"A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman (1 Timoteo 5:20)"
1. El por qué de la disciplina
La disciplina es una de las doctrinas básicas de la Biblia, la cual debemos de entender y practicar para que nuestras vidas y las Iglesias de Cristo lo representen a Él, con esto nos referimos a la conducta ordenada que cada creyente debe tener ante Dios. El hogar, la escuela, el negocio, el gobierno, todos exigen ciertas normas específicas de comportamiento y control propio. También se tiene por hecho que la iglesia del Señor Jesucristo tiene una regla de disciplina para sus miembros, la cual no puede ser ignorada ni pasada por alto.
No olvidemos que la iglesia está formada por personas, y que todos estamos expuestos a fallar, por eso la disciplina puede ser necesaria en cualquier momento. La Biblia enseña que las iglesias deben ejercer disciplina sobre los de su propia membresía, para el bien de toda ella. La iglesia tiene el deber de reprender por el pecado y censurar al que comete pecado (1 Timoteo 5:20, 2 Timoteo 4:2, Tito 1:13, 2:15).
2. Motivos para la disciplina
a) Por ofensas personales: Jesucristo dio instrucciones específicas en relación a las ofensas personales entre un hermano y otro en la Iglesia. Al seguir las instrucciones de nuestro Señor, siempre debe poderse efectuar una reconciliación.
Sería provechoso para todo cristiano tener siempre en mente, que Dios, a través de Cristo, le ha perdonado mucho más a él mismo, en comparación con lo que él pudiera tener que perdonar a su hermano (Mateo 18:15-17, 21-22; Lucas 17:3-4, Efesios 4:30-31, Mateo 5:23-4, 6:15).
Si sucede que no se puede conseguir una reconciliación entre dos personas ofendidas, ni siquiera con dos o tres testigos, el asunto de ofensa personal entonces se lleva a la iglesia para que resuelva el problema (Lo más saludable es hacerlo por medio del pastor), y si ni aún a ella hicieren caso, entonces como medida de disciplina “…deben ser tenidos por gentiles y publicanos…”, es decir, como personas que no se sujetan ni tienen interés en la voluntad de Dios y deben ser expulsados, hasta que movidos por el Espíritu Santo, rectifiquen su actitud.
b) Por una conducta incorrecta: Cuando sucede que a pesar del tiempo en la vida cristiana, algún miembro de la iglesia vive desordenadamente, ya sea mintiendo, maldiciendo, emborrachándose, drogándose, defraudando en asuntos de negocios, robando o fornicando, etc., constituyéndose así en un malhechor y delincuente; la iglesia debe tratarlo como un asunto que amenaza su testimonio y que va en contra de las enseñanzas de Cristo.
A diferencia de las ofensas personales donde el asunto llega hasta la iglesia, si el hermano después de haber sido animado bíblicamente y amorosamente; pero con seriedad, a corregir su conducta, no lo hace; debe ser expulsado de la membresía en obediencia a la Palabra de Dios (Gálatas 6:1, 1 Corintios 5:9-13, 2 Tesalonicenses 3:6).
c) Por herejía o desviación doctrinal: Este es uno de los asuntos más riesgosos y dañinos para la iglesia, por lo que si un miembro se encuentra enseñando o fomentando cualquier doctrina que esté en contra de lo que la Biblia dice, se le debe reprobar fuertemente, y a menos que esté dispuesto a dejar de hacerlo, o aceptar la doctrina bíblica, debe ser expulsado de inmediato sin necesidad de someterse ante la congregación, antes de que contamine a otros, pues no debe permitirse que nadie enseñe algo que va en contra de la sana doctrina (Romanos 16:17, Tito 3:10).
Disciplinar a una persona hasta el grado de la expulsión, es una situación de mucha tristeza para la iglesia; sin embargo, cuando se hace necesario, todos debemos estar unidos en esta práctica, tal como una familia lo hace cuando un hijo rebelde está siendo corregido.
De especial atención es lo que Pablo señaló a los corintios en cuanto a disciplinar a un hermano, pues señaló: “…el tal sea entregado a Satanás…” (1 Corintios 5:5 comparar con 1 Timoteo 1:20), ya que toda expulsión implica que un hermano deja de estar bajo el cuidado y protección de la iglesia; ha despreciado sus normas y disciplina y por tanto, sus beneficios, tales como el compañerismo y la oración que de ella puede recibir.
Cuando la iglesia practica la disciplina, se espera que haya unidad en ella; pues aunque se trate de algún hermano muy amado; no debemos de caer en el error de pensar: “quienes somos nosotros para disciplinar”; pues es un mandato que se hace con la autoridad de Cristo (Mateo 18:20). La disciplina no se practica por falta de amor, sino porque se ama; así lo hace Dios (“Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”
3) Lo que implica y trae la disciplina
Disciplinar implica que el hermano que está en esta situación, no puede participar de las decisiones de la iglesia o de la Santa Cena, pues este es un privilegio para quienes están en comunión con el Señor. Si a pesar de ser expulsado, el hermano desea asistir, no podemos evitar su presencia; pero a pesar de que nos duela, la Biblia nos enseña a no tener compañerismo con él (1 Corintios 5:11).
Cuando una Iglesia se preocupa por disciplinar, se puede esperar lo siguiente:
a) Que el hermano disciplinado sea quebrantado por el Espíritu Santo para arrepentimiento ante el Señor; cuando esto sucede y vuelve, debe pedir perdón a Cristo y a su iglesia, por no haberse sujetado a la disciplina de Dios y por haber manchado el testimonio de su cuerpo. La actitud de la iglesia siempre debe ser la de perdonar de inmediato al hermano, sin reproche alguno (2 Corintios 2:6).
b) Que los miembros de la iglesia tengan más respecto y amor el uno por el otro.
c) Que el mundo también llegue a respetar más a la Iglesia, y que almas se añadan a ella (Hechos 5:11-12, 1 Corintios15:58).
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