Pasaje central :
"Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos... (Mateo 26:26)"
1) Qué es la Cena del Señor
Después del bautismo, es la segunda ordenanza que instituyó nuestro Señor Jesús; es un acto conmemorativo de su crucifixión y muerte, por las cuales tenemos el perdón absoluto de nuestros pecados. Consiste en comer un trozo de pan sin levadura que representa el cuerpo del Señor y vino o jugo de uva como símbolo de su sangre (Mateo 26:26-29, Marcos 14:22-26, Lucas 22:19-20).
2) Quiénes deben participar de la cena del Señor
SÓLO los creyentes bautizados, miembros de la Iglesia y en comunión con ella, pues quienes han dejado de congregarse por largo tiempo, voluntariamente se han apartado de la misma. Jesucristo instituyó esta ordenanza la noche que fue entregado cuando estaba con sus discípulos reunidos en el aposento alto en Jerusalén y les encargó la practicaran como Iglesia local. No es pues, una ordenanza para los inconversos, ni para los que todavía no están bautizados. La invitación la hace el Señor y no la Iglesia, y Él ha invitado a sus discípulos a participar de esta Cena conmemorativa.
Este acto nos recuerda la pascua, aquella cena memorial que los hebreos en el Antiguo Testamento debían comer, simbolizaba la liberación de la esclavitud en Egipto (Éxodo 12:40-48) y cómo sus vidas habían sido preservadas a causa de la sangre del cordero (Éxodo 12:12-13). Era una comunión cerrada, exclusiva para el pueblo, ningún extraño podía comerla, a menos que se circuncidara, es decir, que se identificara con el Dios de Israel y se sometiera a sus leyes y mandamientos; en otras palabras, se convirtiera al judaísmo y se hiciera así miembro del pueblo.
Al ser judíos cada uno de los apóstoles, el Señor Jesús comió la Pascua con todos ellos (Lucas 22:14-15), durante la cena, Jesús pidió a Judas que hiciera lo que había propuesto en su corazón (Traicionarlo) y entonces salió (Juan 13:30, comparar con Mateo 26:21-25); es así, que al quedar sólo con los 11 restantes, con quienes había formado ya su iglesia, establece con ellos un nuevo pacto memorial para que lo practiquen las generaciones venideras (Mateo 26:28).
La Cena memorial nos recuerda que fuimos librados de la esclavitud del pecado (Juan 8:32-36) y que por la sangre de Cristo, el Cordero de Dios, (Juan 1:29) tenemos vida eterna en su nombre.
A diferencia de la Pascua que se comía una vez por año, la Santa Cena es practicada en un período determinado por cada Iglesia local, sólo debemos cuidar cumplir con el propósito establecido (1 Corintios 11:23-26).
En virtud de que esta es una ordenanza a la Iglesia local, nuestra comunión es cerrada sólo para los miembros de la Iglesia; es decir, no practicamos “la comunión abierta o semi-abierta”; esto significa que si a nuestra iglesia llegan creyentes de otra iglesia, conocida o desconocida, no pueden participar con nosotros de la Santa Cena, deben hacerlo en sus propias congregaciones, y de igual manera, nosotros no debemos participar de este acto en una Iglesia que no sea la nuestra, pues como ya mencionamos, cada Iglesia es local y no universal.
3) Cuál es la actitud correcta para participar de la Cena del Señor
La Biblia nos enseña algo muy importante y que no debemos pasar por alto “de manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor” (1ª Corintios 11:27). ¿Qué significa esto? que todos aquellos que participan de la Cena del Señor, deben hacerlo no como algo religioso o por costumbre, sino como algo que requiere pureza de corazón y fidelidad a Dios, lo cual sólo podemos lograr si previamente vamos a Dios y confesamos nuestros pecados (1 Juan 1:8-9), de lo contrario, Dios puede traer juicio (1 Corintios 11:28-34).
Si como cristianos verdaderos reconocemos que tenemos algún pecado no confesado al Señor, hagámoslo de inmediato y participemos de la Cena del Señor (1 Corintios 11:28). No agreguemos a nuestro pecado, uno más: el desobedecer esta ordenanza de Jesucristo.
Ningún cristiano bautizado y miembro de la Iglesia debe faltar a este servicio (Mateo 26:27 “…bebed de ella todos…”). El que falta, no está obedeciendo la voluntad del Señor y no permite que haya una completa unidad de la Iglesia (1 Corintios 1:10), ya que al igual que en una familia, con un solo miembro que falte a la mesa, la familia está incompleta.
Al participar de la mesa del Señor, no lo hacemos por ser dignos en nosotros mismos; sino como un reconocimiento de que aún sin serlo, por medio de Cristo, podemos participar de esta Cena memorial, pues Él ha perdonado todos nuestros pecados (1 Juan 1:9; Efesios 1:6).
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