Pasaje central
"A él sea gloria en la Iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén ( Efesios 3:21"
1) Qué es la iglesia
Un grupo de creyentes, local y visible, bautizados y pactados entre sí para llevar a cabo la gran comisión.
¿Qué es la gran comisión? Durante su ministerio en la tierra y hasta sus últimos días, el Señor Jesús sólo se dedicó a predicar en todas partes acerca del reino de los cielos (Mateo 4:17). Él desea que todo lo que hizo mientras estaba dentro de su cuerpo físico, se siga haciendo a través de su cuerpo espiritual, la iglesia: PREDICAR EL EVANGELIO a todo el mundo (Mateo 28:18-20), éste es el PROPÓSITO para el que fue establecida.
La Iglesia es llamada el cuerpo de Cristo, pues ella actúa de acuerdo a lo que Él, la cabeza, ordena en su palabra (Hechos 2:41-47, Efesios 1:22-23, 5:23).
Cada Iglesia es local, no universal, es decir, cada congregación se rige de manera particular sólo por la Biblia y únicamente practica sus ordenanzas con sus miembros. Cada Iglesia toma sus propias decisiones en cuanto a su organización y trabajo, sin que estas contravengan con los principios bíblicos.
2) Quién fundó la Iglesia
Jesucristo fundó la iglesia, murió por ella, envió su Espíritu sobre ella y algún día volverá a buscarla. La fundó sobre sí mismo, pues al ser Dios, se aplicó a sí mismo el término “roca” (Mateo 16:17-18, comparar con: Deuteronomio 32:4, 15, 18, 30, 31, Salmo 18:31, 46, Isaías 17:10). Jesús mismo es su base o fundamento principal; esto quiere decir entonces, que la Iglesia es de origen divino y no humano (1 Corintios 3:11, Efesios 2:20).
3) Cuáles son los oficiales de la Iglesia
Según aprendemos en la Biblia, son el Pastor y los diáconos.
El pastor es el líder espiritual de la Iglesia, debe ser un hombre que tiene el llamado de Dios para enseñar la sana doctrina, de buen testimonio tanto dentro de la congregación como entre la gente que le rodea, no es la autoridad máxima, la autoridad es de la Iglesia, aunque la Biblia nos enseña que ella debe respetarle y cuidarle como alguien que ha de dar cuenta por nosotros. Los diáconos son servidores, que apoyan en las actividades espirituales, como en el manejo y administración de la Iglesia (1 Timoteo 3:8-13, Hechos 20:17-28, Hebreos 13:17-24, 1 Pedro 5:4, 1 Tesalonicenses 5:12-13, 1 Corintios 9:13-14, Filipenses 1:1).
4) Cómo se sostiene la Iglesia
Con diezmos y ofrendas. Diezmar es apartar la décima parte de lo que Dios nos provee por medio de nuestros trabajos (Si no tenemos ningún ingreso, por supuesto que no estamos en la necesidad de dar); las ofrendas son cantidades que decidimos dar según el Señor nos prospera a cada uno; si por ejemplo, ya hemos dado nuestro diezmo en una reunión dominical, al siguiente Domingo a la hora de recogerse las ofrendas podemos dar según cada uno proponga en su corazón.
Aún antes de que la Ley de Moisés existiera, el diezmo se ofreció a Jehová como producto de un corazón agradecido (Génesis 14:16-20; 28:20-22). Una vez que Jehová estableció leyes a su pueblo, estableció como práctica entre ellos que el diezmo fuese una cantidad especial para Él para siempre, como un reconocimiento de que todo proviene de Él (Proverbios 3:9-10; Hageo 2:8; Deuteronomio 16:16; Malaquías 3:8-10).
Diezmar u ofrendar a Dios, no es darle algo de lo que nos sobra, sino aquello que previamente apartamos para Él.
Vale la pena mencionar que por testimonio, nuestra iglesia acostumbra que el dinero no sea manejado por el pastor, sino por hermanos de buena reputación entre la iglesia, a fin de que sean ellos los que administren el dinero y se hagan cargo de cubrir las necesidades que se derivan de la misma, tales como: Pago de luz, teléfono, material para la enseñanza, folletos, nómina del Pastor, etc.
La Biblia no sólo nos enseña a sostener económicamente a nuestros pastores (Mateo 10:10; 1 Corintios 9:11-14), sino también a apoyar a aquellos misioneros que en el país o en el mundo, predican el evangelio de Jesucristo (2 Corintios 9:6-10), esto lo hacemos a través de lo que llamamos: ofrendas misioneras.
5) Cómo apoya cada miembro a la Iglesia
En primer lugar, viviendo una vida de buen testimonio público, y después: Asistiendo fielmente a los cultos religiosos, ofrendando para el sostén de la obra del Señor, sirviendo al Señor (Maestro, evangelista, etc.), y en general, usando sus talentos o dones espirituales para el ministerio y crecimiento de la Iglesia.
Cada miembro debe contribuir a la estabilidad, la unidad, la santidad y la espiritualidad de la Iglesia, en ella nadie tiene más obligación de trabajar que otros, la responsabilidad de la obra pesa sobre todos por igual, pero cada uno sirve según la capacidad que el Señor le da (Romanos 12:1-13, Filipenses 2:12-13, 1 Corintios 15:58, Romanos 16:6-12).
6) Cómo se llega a ser miembro de la Iglesia
a) Por el bautismo: Dado que este punto ya ha sido enseñando anteriormente, sólo recalcaremos que este es el requisito previo que deben cumplir todos aquellos que deseen ser miembros de la Iglesia (Hechos 2:41).
b) Por carta de membresía: Algunas veces los miembros de la Iglesia requieren trasladar su residencia a otra ciudad y esto les obliga a hacerse miembros de la Iglesia más cercana del mismo orden y fe. En este caso, deben solicitar a la Iglesia de donde eran, una carta de membresía, donde debe manifestarse que el interesado ha sido bautizado bíblicamente y que es un hermano de buen testimonio. A efecto de cuidar nuestra doctrina bíblica, sólo aceptamos como miembros a hermanos que provienen de iglesias de nuestra misma fe y no damos carta de membresía a ningún hermano que esté bajo disciplina .
c) Por restauración: Cuando por causa de disciplina (Tema a estudiar en una clase posterior) un miembro a sido expulsado de la comunión con la Iglesia; vuelve arrepentido y decide pedir perdón a Dios y a la iglesia misma por haberse retirado y/o no haberse sujetado a la disciplina, es el deber de la congregación el recibirle nuevamente (2 Corintios 2:6-8).
7) Cómo se pierde la membresía de la iglesia
Por decisión propia al alejarse de la comunión con la iglesia dejando de asistir a ella (Hebreos 10:25), o por expulsión en caso de disciplina (1 Timoteo 5:20, 1 Corintios 5:11).
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